Proyecto de vivienda familiar flexible capaz de adaptarse a un uso estacional y acoger a cuatro núcleos familiares distintos, padres y tres hijas, que comparten espacios pero disfrutan de zonas privadas propias. La situación, en un campo de almendros perteneciente a la familia desde hace casi un siglo, es la clave de la implantación en el lugar. Siguiendo la lógica de los bancales, la casa se sitúa en el borde del bancal, un poco elevada, lo justo para mirar sobre la copa de los árboles del bancal inferior hacia un hito de la comarca, el Castillo de Castalla. Desde el acceso, se muestra como una casa de campo en una sola planta, tradicional y humilde, donde se alojan las zonas comunes y el espacio privativo de los padres. En cambio, el cambio de escala se produce en el bancal inferior donde se despliega en cascada el resto del edificio para acoger los espacios más privativos e íntimos de cada hija.